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Jueves, 24 Mayo 2018
Ciencias sociales y humanidades

Historia de la psiquiatría en Rosario: desde la escucha al moldeo de la personalidad

El doctor en Historia José Ignacio Allevi explora la construcción de un espacio de ciencia para la psiquiatría en Rosario entre los años 1920 y 1944, que comenzó con una mirada integral de lo “Psi” y derivó en la aplicación de terapias de shock.

La tesis doctoral que Allevi realizó en el Instituto de Investigaciones Socio-Históricas Regionales (ISHiR, CONICET-UNR), aborda los procesos que dieron con la creación de las cátedras de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario y del Hospital Psiquiátrico “Agudo Avila”, actualmente conocido como “El Suipacha”.

“Teniendo en cuenta que en Rosario se crea la primera facultad de Psicología del país, mi trabajo muestra cómo se fue gestando y posicionando no sólo la psiquiatría sino a un amplio espectro referido al campo Psi en la ciudad” indica Allevi, quien actualmente se desempeña como docente en la cátedra de Teoría Social de la Facultad de Psicología de la UNR, y cuenta con una beca postdoctoral radicada en el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (IHUSCO, CONICET-UNL).

Desde el fundamento

Cuando se creó la Universidad del Litoral, se retomó un proyecto académico que ya existía en Rosario, de contar con una Facultad de Medicina, que desde 1968 y con la fractura de dicho proyecto, pasó a formar parte de la recién creada UNR. “Para la conformación del cuerpo docente, y como la universidad era nacional, se convoca a profesionales no sólo de Rosario sino también de Buenos Aires y de Europa que se habían radicado hacía poco en el país. En este marco, se incorpora Lanfranco Ciampi, psiquiatra italiano que va a promover la psiquiatría infantil, junto con otros colegas que impulsaron un abordaje desde lo psiquiátrico de la enfermedad mental. Este hecho a va a dar lugar a que se generen una serie de disputas con los sectores locales, sobre todo porque en Rosario no había tradición psiquiátrica, aunque sí una neurológica, cuyo representante más prominente era el médico Teodoro Fracassi”.

El delegado designado por el Poder Ejecutivo para organizar la Facultad provenía del alienismo, corriente desde la cual se trataban las afecciones mentales previa a la formalización de la psiquiatría, quien, desde el inicio, incorporó al plan de estudios de Medicina tres asignaturas referidas a lo Psi: psicología experimental, y psiquiatría tanto de adultos como de niños. Al respecto, Allevi indica “Fue la primera cátedra de psiquiatría infantil en el mundo y además agregar psicología experimental a una carrera de Medicina era una novedad, porque por lo general la solían tener los programas de las carreras de Filosofía”.

Promover la Higiene mental

Lo primero que Allevi historiza en su tesis es el diseño y creación del Hospital de Alienados -actualmente Hospital Agudo Ávila-, que contempla una enorme movilización de recursos y de apelación a distintas instancias estatales. Allevi explica “Lanfranco Ciampi trae a Rosario las ideas de Higiene mental, que desde principios del siglo XX y en especial en la década de 1920, promovían una revisión y crítica al funcionamiento del mundo asilar. Ciampi, adhiere a la corriente francesa de este movimiento, que hizo eco en sectores porteños que ya adscribían a dichas propuestas. Entre las particularidades que presenta Rosario, se cuentan que el Hospital se proyecta al lado de la Facultad de Medicina, en un contexto urbano y además se piensa como un lugar de pasaje rápido en función de que, para la Higiene Mental, las enfermedades mentales se clasificaban en dos tipos: las graves, que no se pueden curar, para lo cual deben existir colonias de alienados donde los sujetos estén recluidos, y las agudas, que implican personas pueden ser tratadas y “rehabilitadas” para reinsertarse en la sociedad, es decir, a la vida útil”.

plano hospital

Imágenes: boletín del Instituto Psiquiátrico de la Facultad de Medicina. Gentileza José Ignacio Allevi.

“La creación de la colonia viene 20 años después, los primeros pacientes que ingresaron al hospital eran crónicos, y con ello saturaron muy rápidamente la capacidad hospitalaria” indica Allevi, marcando con esto una diferencia entre la teoría planteada por la Higiene Mental y la práctica concreta en la cotidianeidad de la institución.

Dentro del Hospital funcionaban tres laboratorios: de histopatología del sistema nervioso, de psicología experimental y de bioquímica. Ciampi quería reproducir el modelo que había aprendido en Italia de su maestro, Sante de Sanctis, que proponía un abordaje integral la enfermedad mental, y eso implicaba trabajarla desde lo Psi, es decir, desde alguna corriente psicológica o psiquiátrica. Los programas de estudio contemplaban psicoterapias, como Rorschach, cuestiones psicodinámicas o incluso ciertas recepciones tempranas del psicoanálisis. “Ciampi estaba muy interesado en el problema de la psicopatología sexual infantil. Cuando se empieza a editar el Boletín del Hospital, publica una serie de artículos sobre el trabajo con niños desde su lectura de Sigmund Freud. Sante de Sanctis había escrito sobre la interpretación de los sueños al mismo tiempo Freud, reconocido no sólo por la comunidad académica del momento, sino por el mismo Freud, que comentó su trabajo” señala Allevi.

Biologizar la psiquiatría: segunda etapa del Hospital

“El enfoque integral fue progresivamente dejado de lado, no sólo con el traslado de Ciampi a Capital Federal en 1934, sino también porque la profesionalización de la psiquiatría, junto a la voluntad de reconocimiento por la medicina, precisaba encontrar y reconocer un sustrato biológico a la enfermedad mental” indica Allevi y añade “Entre 1935 y 1936 se publican una serie de estudios que marcan la profundización de las terapéuticas biológicas en psiquiatría. Inicialmente, se practicaba la malaroterapia para tratar la parálisis general progresiva, la etapa final de la sífilis, que en dicho momento no tenía cura por no haberse descubierto la penicilina. Pero el nuevo rumbo avanza hacia terapias de shock por la administración de insulina o del pentamiltetrazol, droga cuyo nombre comercial era cardiazol. Ambas fueron el prolegómeno de las terapias de electroshok, desarrollada apenas unos años luego”.

“Un año después de la publicación de estas terapias ya se estaban aplicando en Rosario, lo cual muestra hasta qué punto se había afianzado un tendido de redes e intercambio de revistas con otras instituciones del mundo, situación que se traducía en recibir muy rápidamente una teoría y poder implementarla” cuenta Allevi.

Estas terapéuticas eran netamente experimentales, no había resultados concisos y los mismos médicos planteaban en sus escritos que no sabían lo que estaban haciendo, que no entendían lo que pasaba cuando le administraban y le generaban comas insulínicos o convulsiones a las personas al administrarles los precursores químicos. “Cuando se iba el efecto del shock, el paciente se encontraba inmerso en lo que ellos denominaban un estado de sugestibilidad, entonces ahí se podía modelar una nueva personalidad”, señala Allevi, y explica que en ese momento, el medico se aducía la función de ser la figura que podía referenciarlo, quien, tal como ellos lo expresaban “con palabras amables, lo debía conducir y decirle que no estaba enfermo, que era sano” y así supuestamente “rearmar” su personalidad como la de una persona sana.

Por otro lado, las nuevas terapéuticas permitieron que por primera vez los psiquiatras contaran con una herramienta concreta para “resolver” la cuestión administrativa y lograr que los pacientes circulen rápidamente por el hospital. Además, apropiarse de estas técnicas los posicionaba académicamente en el campo científico. El doctor del CONICET indica “Allí se ve la paradoja: durante la primera etapa del instituto hay una importante presencia del discurso psicológico, incluso psicoanalítico, en relación a intentar hacer algo en la instancia de la escucha, mientras que en la segunda etapa eso queda totalmente eclipsado frente a que es el médico es quien reconstruye esa personalidad. Casi una regresión a la etapa de los tratamientos morales del alienismo de mediados del siglo XIX”.

Estas terapias se destinaban al tratamiento para la esquizofrenia, pero en Rosario deciden también implementarlas en mujeres que atravesaban depresiones menopáusicas y además comenzaron a mezclar insulina y cardiazol, para ver qué pasaba. “El hospital se transformó en un gran campo experimental y también en ese sentido se observa un carácter trasnacional porque no solo estaban circulando saberes y expertos, sino que circulaban sustancias” acentúa Allevi y agrega que no se sabe si esos pacientes se curaban o no porque, de acuerdo a los parámetros científicos de la época, la publicación de resultados nunca incluía los casos negativos, sólo los exitosos.

“Eran prácticas muy siniestras, porque los médicos hacían convulsionar a las personas durante un tiempo importante o bien les generaban un coma hipoglucémico, y para que se llegue a ese estado el cuerpo atraviesa una serie de reacciones físicas que implican mucho sufrimiento” asegura Allevi y añade que en esta parte de su pesquisa pudo rastrear parcialmente el lugar del sujeto en éstas las prácticas, hablar de lo que podía sucederles a los pacientes que eran sometidos a estos shocks, aunque sólo desde las voz de los médicos, ya que no se cuenta con las historias clínicas en el Archivo de la cátedra de Psiquiatría de Adultos de la Facultad de Medicina, uno de los acervos documentales más ricos con que contó su trabajo, y al que pudo acceder por el concurso de la doctora Analía Ravenna.

El trabajo

La tesis de Allevi, desarrollada en el doctorado de Historia de la Universidad Nacional de La Plata, abordó el problema –trasnacional- de la profesionalización de la psiquiatría en uno de los pocos lugares del interior del país donde se contaba no sólo con Facultad de Ciencias Médicas, sino con un hospital especializado, y por ende era posible llevar a cabo este proceso. Para ello, y a diferencia de muchos trabajos del área que focalizaron sobre la historia intelectual de estos espacios, se posicionó en un plano vinculado a la materialidad de las instituciones, problematizando cómo se gestionaban, y como los actores involucrados pugnaban por su legitimidad en la esfera de la Academia y el Estado. Para ello, trabajó con tres grandes conceptos: espacios de ciencia: para pensar los lugares concretos, cómo influyen en la manera de llevar adelante la ciencia; el concepto de redes, porque para poder gestionar, manejar y legitimar un espacio de ciencia fue necesario construir una serie de redes, vincularlo con el mundo científico y el concepto de campo, que Allevi toma –con críticas- desde la teoría de Pierre Bourdieu.

“Los motivos y preocupaciones que me convocaron a realizar esta investigación, como saben bien los historiadores y cientistas sociales, siempre parten del presente” indica Allevi y agrega “Estamos viviendo una época de aumento de la medicación en las escuelas, una ampliación de las clasificaciones: trastorno autista, de ansiedad, de hiperactividad, de déficit de atención, de personalidad desafiante. Los manuales de psiquiatría que realiza la Asociación Internacional de Psiquiatra de Estados Unidos cada vez extienden más los diagnósticos y cada vez proponen más fármacos como respuesta para vivir normalmente. Mi propuesta de historizar la psiquiatría apunta a problematizar ese objeto de estudio para lograr ver que la psiquiatra fue una ciencia que se constituyó muy contingentemente, y que esa contingencia marca las respuestas que se pudieron dar. De ahí posibilidad de crítica y de poder hacer un rastreo y un cuestionamiento de lo que actualmente sucede”.

Por Ana Paradiso
CONICET Rosario