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Jueves, 04 Abril 2019

Dora Barrancos: “Estudiábamos el mundo y sus alrededores, pero no estudiábamos las agresiones internas”

En el marco de la presentación de la Comisión interdisciplinaria de violencia laboral e igualdad de trato del CONICET Rosario, la doctora Dora Barrancos, miembro del Directorio del CONICET, brindó una charla en donde realizó una genealogía del proceso que acompañó la creación del Protocolo contra la Violencia Laboral del CONICET y que luego fue propiciando la construcción de las Comisiones en los distintos Centros Científicos Tecnológicos de todo el país.

Luego de dar unas palabras de congratulación por la incorporación de la Comisión en el CONICET Rosario, Barrancos indicó “En el 2015 todas las universidades nacionales tenían al menos un programa vinculado a cuestiones de género, y esto venía sucediendo desde la década 1990, ya que las universidades en Argentina acogieron, con alguna reticencia, a los estudios concerniente a las condición de las mujeres, los géneros y todas las otredades, en una suerte de dinámica que fue más o menos parecida a la del tango, de las orillas al centro”.

Una genealogía de los lugares para afrontar la violencia de género

“En 1991 en la Universidad de Luján nos reunimos un grupo de investigadoras e investigadores, era el primer coloquio que desarrollabamos con respecto a las inquietudes y algunas formulaciones de trabajos y ensayos que fueron presentados con ánimos de establecer un cauce, un camino, de aquellas, aquellos y aquelles que estábamos interesados en la temática de género. No conseguimos en ese momento lo que queríamos, que era la red de estudios de género que sólo ahora tenemos, pero sí logramos una suerte de acuerdo de reunión bianual. Desde ese momento hemos tenido una reunión cada vez más nutrida de oficiantes muy rigurosos que han manifestado de diversas maneras su compromiso en materia de investigación y en materia académica con relación a estos temas” compartió Barrancos.

“Nosotras trabajábamos muchísimos en diversidad disciplinas, con diversas ópticas la cuestión de las relaciones de género, las mallas que representaban las relaciones humanas en orden a la sexuación humana y notablemente la violencia era un tópico central” en este sentido, agregó “pero había una ausencia enorme, gran negligencia, de lo que pasaba en materia de relaciones de género en nuestras casas de estudio. Estudiábamos el mundo y sus alrededores, pero no estudiábamos las agresiones internas. Teníamos tanto contenido para poner en orden el algo debemos hacer, para que existieran cauces institucionales para considerar estas cuestiones, eventualmente para punir, eventualmente para sancionar, eventualmente, sobre todo, para impedir que se repita”.

En el año 2015 Barrancos participó con un grupo muy representativo de numerosas universidades en la Universidad Nacional de San Martín, de la creación la Red Universitaria por la Igualdad de Género y Contra las Violencias , que hoy ha sido acogida por el propio CIN como RUGE). “Lo notable es que todo el esfuerzo que depositamos en el advenimiento de la Red, fue el combustible que ha significado que cada universidad propiciara su propio protocolo. La primera que lo tuvo fue la Universidad Nacional del Comahue” enfatizó.

¿Cuándo devino la violencia un aspecto central, una matriz de construcción inclusive de sentidos teoréticos muy fundamentales dentro del feminismo?” preguntó Barrancos y expuso: “Nuestras abuelas feministas no tenían agendado el concepto. Sus luchas por los derechos civiles, por los derechos a la educación, por los derechos políticos fueron fundamentales, pero no había noción acerca de este significado. Es más, todos nuestros códigos penales en América Latina eran lacerantes en la materia. El Estado era partícipe necesario de la violencia porque garantizaba la sanción, la justicia por mano propia frente al adulterio de la mujer. Esto quiere decir que hasta 1921 el Estado argentino, los códigos penales, el orden jurídico internacional inclusive, patrocinaba de alguna manera la sanción cuando el individuo era afectado en su honor. La conmovedora circunstancia de que una mujer infringía la norma moral establecida significaba que el tipo la podía matar, y era un menguante para la pena, la disminuía”.

Barrancos indicó que en 1921 cambia la mencionada penuria por ese fenómeno que ha sido tan utilizado: la emoción violenta. “Esto significó otro aliciente por parte del Estado respecto de estos actos sacrificiales en nombre de su honor. Tenemos que ver el honor desde el punto de vista de su combustible de género, hay diversas maneras del honor, pero este honor trágico significa que se reivindica completamente la moral implícita de la formulación del Estado moderno” indicó Barrancos y añadió que la situación se sostuvo hasta la modificación del Código penal que incluye el feminicidio, sancionado recientemente en nuestro país, donde se maximizan todas las penas a causa del homicidio a una mujer porque es mujer, o a una persona de otra orientación sexual por su orientación sexual, o quien mata por odio xenófobo.

“Las nuevas luchas feministas, la de los ´60 para acá, tuvieron evidencia completa acerca de la producción ínsita de las violencias en el sistema patriarcal. El productor de violencia en la malla relacional de géneros es el propio del sistema patriarcal. Aunque algo ha mejorado gracias a las luchas feministas, la violencia es explícita porque además es una violencia simbólica, está en el orden del lenguaje que en español no permite la neutralidad en el idioma. En algún momento será convencional el lenguaje inclusivo” enfatizó Barrancos.

Con respecto a las violencias, Barrancos indicó “Se dan en un orden jerárquico o en órdenes que pueden ser paritarios. Pero lo que sigue siendo jerárquico es la prerrogativa patriarcal. La marca que le da el sistema capitalista al patriarcado maximiza sus efectos. La burguesía que explotaba la clase trabajadora le dio un aliciente: ustedes tienen sus mujeres. Si las clases trabajadoras en el pasado hubieran comprendido la ratio patriarcal, que era un desalojo también de su propia potestad, otra gallina hubiera cantado”.

Un espacio para apropiarse y habitar

“La ciencia normal del siglo XIX fue una coadyuvante fundamental, central, del establecimiento del patriarcado. De modo central, y no periférico, la ciencia normal del siglo XIX fue autorizadora de la violencia. Hay que sacudirse todo eso, es una aventura extraordinaria. En medios científicos y académicos no se puede suspender la razón por tanto tiempo, que acto estúpido es la segregación por sexo, que lesiona evidentemente la fragua de la concepción del proceso cognitivo” señaló Barrancos.

Al respecto de la nueva Comisión que recientemente se creó en el CONICET local, Barrancos enfatizó “La tarea fundamental de la Comisión es la prevención, que todo el mundo sepa que existe la comisión. Yo no soy punitivista, las feministas no somos punitivistas, tenemos que serlo porque no hay más remedio para no originar impunidad. Tenemos también un trabajo intenso con nuestras mujeres, con nuestras congéneres, un trabajo muy intenso de persuasión, de que no se callen lo que no es bueno para ellas.

“Estamos muy felices, estoy segurísima que es irreprimible, es inexorable, no tienen vuelta atrás todos estos dispositivos que no son meros dispositivos de superficie formal, son dispositivos que anclan en un cambio profundo de las sensibilidades. En un cambio profundo de la intelección, eso esperamos” señaló al respecto de la nueva Comisión del CONICET Rosario, la doctora Dora Barrancos.

“Habrá un día en nuestras sociedades serán realmente igualitarias, democráticas y ya van a ver los varones que lindo que es descansar un poco de esos tremendos cometidos que se impusieron” concluyó Dora Barrancos.

Por Ana Paradiso
CONICET Rosario