Un trabajo conjunto de investigadoras e investigadores del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR) con profesionales de la salud del Hospital Provincial Centenario (Facultad de Ciencias Médicas, UNR) y del Sanatorio de Niños/Fundación Villavicencio comprobó que el virus de la hepatitis E (HEV) puede transmitirse en la región de animales a humanos.
Al respecto, indica Ana Laura Cavatorta -investigadora de CONICET en el IBR y líder del grupo que estudia el virus en la provincia-: “La diferencia principal con el resto de los virus que producen hepatitis es que este es el único que tiene transmisión zoonótica, cuyo principal reservorio son los cerdos. “Al ser una región de alta producción porcina existe la posibilidad de que haya reservorios del virus, y el agua o los alimentos pueden ser el vehículo de diseminación desde el criadero”, explica.
La hepatitis E es una zoonosis emergente que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), registra anualmente más de 20 millones de casos, dejando un saldo de 40 mil muertes distribuidas en los cinco continentes. Cabe aclarar que en una persona sana el virus generalmente produce una afección asintomática y autolimitada por el propio sistema inmune. En este caso sólo en raras ocasiones llega a ser grave.
Sin embargo, en grupos de riesgo, como pacientes trasplantados o con alteraciones hepáticas previas o crónicas, la OMS clasifica al HEV como la principal causa de hepatitis aguda de origen viral. “Son los grupos donde hay que prestar atención y buscar al virus allí”, enfatiza Cavatorta y cuenta que esto fue lo que motivó a los médicos a acercarse al IBR y vincularse con los especialistas en virología. “Los médicos querían saber cuál era el impacto que tenía el HEV en la población inmunosuprimida de la región –recuerda la investigadora- pero había un déficit para su diagnóstico, sólo podían realizarlo usando test importados o derivando las muestras al Instituto Malbrán. Por eso, primero apuntamos a desarrollar una tecnología que permitiera detectar al virus a nivel local”.
Se trata de un trabajo realizado por Julián Acosta, becario doctoral integrante del equipo de investigación dirigido por Cavatorta, quien revela que este desarrollo, realizado en conjunto con el becario posdoctoral Federico Marziali, llevó dos años aproximadamente y fue parte de su trabajo de tesis de doctorado. Asimismo, Acosta explica que el objetivo fue desarrollar una tecnología diagnóstica específica, sensible y rápida para detectar el virus. “El método debía ser confiable para usar con muestras complejas como la materia fecal de los cerdos”, profundiza. Asimismo, agrega que para detectar la circulación del HEV en la región debían ir a los criaderos a buscar muestras de los animales y confirmar la presencia del virus en los cerdos. “Vimos una circulación del 8,1 % en el sur de Santa Fe y el este de Córdoba”, señala.
Por su parte, Cavatorta remarca que “se logró algo muy importante con ese trabajo”, porque se realizó la transferencia tecnológica de la metodología y ya se está utilizando en el Hospital Centenario como método diagnóstico. “Al tener la posibilidad, ahora los médicos piden el diagnóstico para HEV de sus pacientes y estamos siempre alerta a los casos que dan positivo para estudiarlos, ir a la fuente y ver cómo se contagió ese paciente”, asegura.
El caso clave. Cómo surgió la investigación
Una hepatóloga del Hospital Centenario, le acercó a los investigadores de CONICET el caso de su paciente de 81 años con una hepatitis aguda y dentro del grupo de riesgo, por su condición de diabetes, obesidad y edad avanzada. Una vez descartados los virus de hepatitis A, B, C y autoinmune como causa de su cuadro y teniendo en cuenta que el paciente era productor porcino, se sospechó que podía estar infectado con el HEV. Hecho que los investigadores pudieron confirmar utilizando la metodología diagnóstica desarrollada anteriormente. Según Cavatorta, encontrarse con este caso les dio una oportunidad muy valiosa. “Una vez aislado el virus del paciente y realizado el análisis filogenético, obtuvimos el consentimiento de la familia para visitar el campo con el fin de analizar el reservorio y dilucidar cómo había llegado el virus a infectar al paciente”, relata y remarca que siempre hay una recepción positiva de la gente a participar de los estudios. “Se valora mucho que uno quiera hacer algo para ayudar, por eso pudimos dar este paso fundamental”, reconoce.
Contando con la aprobación del paciente y su familia, Julián Acosta visitó el criadero y tomó muestras de los cerdos. Tal como esperaban, pudieron confirmar la presencia de HEV en la materia fecal de los animales, pero mayor fue la sorpresa cuando vieron que la cepa aislada de los cerdos tenía cien por ciento de identidad con la detectada en el paciente. “Eso fue lo más interesante”, destaca Acosta. De esta manera demostraban que el mismo virus que circulaba en los animales del criadero había infectado al paciente.
Una sola salud
Sin embargo, los investigadores no pudieron llegar a establecer para este caso cual fue la vía por la que el virus se diseminó y llegó a estar en contacto con el paciente. “Puede haber sido por el agua o por el consumo de embutidos de elaboración propia”, indica Acosta.
Este interrogante fue el puntapié para un nuevo proyecto en el que Cavatorta y su equipo está comenzando a trabajar. Buscan estudiar la circulación viral en muestras derivadas de cerdos y del medioambiente, y analizar el impacto que esto provoca sobre poblaciones especialmente vulnerables, bajo el enfoque multidisciplinario denominado “una sola salud”. Este concepto se introdujo a principios de siglo para atender los complejos problemas sanitarios contemporáneos con un enfoque sistémico, que incluye el bienestar de los animales, de los seres humanos y de los ecosistemas que ellos habitan, incorporando las dimensiones ecológica y ambiental.
“En este proyecto trabajamos en conjunto con la Facultad de Ciencias Agrarias y la Facultad de Veterinaria de la UNR, el sanatorio de niños y el hospital Centenario”, especifica Cavatorta y explica que el abordaje contribuirá a definir programas de vigilancia y medidas de control, desde la granja porcina a través de la cadena alimentaria, que sirvan para la toma de decisiones sobre el diagnóstico, el manejo clínico-terapéutico y la prevención de la infección por el HEV en las poblaciones de riesgo.
Según indica Acosta: “Volvemos a los criaderos para ver cómo circula el virus dentro de la granja. Tomamos muestra a los animales y de las aguas del desagüe”. Este punto es crítico pues los efluentes “usualmente se usan para el riego de cultivos o incluso van directamente a los arroyos cercanos de donde toman agua muchas personas en asentamientos irregulares”, aclara, y agrega: “La idea es analizar la circulación del HEV para poder establecer guías y algunas modificaciones en las prácticas para que funcionen como medidas de contingencia”.
Cavatorta, por su parte, pone en relieve que cuentan con el apoyo de la Agencia Nacional I+D+i y de la Provincia de Santa Fe para llevar adelante este proyecto. “Hay un gran interés por conocer este virus en la región”, asegura.
Por Elizabeth Karayekov - Comunicación IBR
Fuentes consultadas: Julián Acosta, Alceo Galimberti, Federico Marziali, Alejandro Costaguta, Fernando Bessone, Hugo Tanno, Daniela Gardiol, María Virginia Reggiardo, Ana Laura Cavatorta. Zoonotic transmission of hepatitis E virus in a pig farmer from Argentina: A case report. 2022 Zoonoses and Public Health
Integrantes del Grupo de investigación: Ing. Agrónoma Patricia Silva, Ing. Agrónoma Patricia Skejich, Dr. Alceo Galimberti, Dr. Hugo Tanno, Dr. Alejandro Costaguta, Dra. María Virgina Reggiardo, Dr. Fernando Bessone, Dr. Federico Marziali, Dra. Daniela Gardiol, Dra. Ana Laura Cavatorta, Bioq. Julián Acosta.