Prevenir antes que curar
Se estima que el ochenta por ciento de la población del mundo, hombres y mujeres, estarán en contacto con el virus VPH en algún momento de su vida. Su prevalencia es particularmente alta en edades jóvenes, cercana al inicio de la actividad sexual, pero en la mayoría de los casos con la edad esa curva de la prevalencia desciende y el virus desaparece: la mayoría de las personas lo elimina a través de su sistema inmune de manera espontánea antes de los treinta años. Sin embargo, algunas personas la infección no logran eliminarla, y se vuelve persistente: esa persistencia, si no se trata en el transcurso de los años, puede producir una lesión y terminar en un cáncer cérvicouterino.
Hasta hace poco, el modo más utilizado para la detección era el Papanicolau (Pap), el control anual que las mujeres debieran practicarse cada vez que visitan al ginecólogo, pero al que no todas –por barreras sociales o económicas- podían acceder. Con la adopción del test de VPH –que fue incluido como proyecto demostración to en Jujuy entre 2012 y 2014, y dada su efectividad ya se utiliza como política pública también en provincias como Catamarca, Neuquén, Tucumán, Misiones, Chaco, Corrientes y en municipios como La Matanza, Ituzaingó y Florencio Varela-, las mujeres ya no son dependientes de un médico.
Cuando el Test de VPH en el marco de la autotoma, llega a sus hogares a través de un kit que le entrega un agente sanitario y luego se analiza. Se realiza en la población de mujeres de treinta años y más. Si la prueba da negativa, la mujer repite el test en cinco años. Si da positiva, se les hace entonces un Pap, para saber si, además de estar infectada con el VPH, la mujer tiene una lesión precancerosa. Las mujeres positivas en el test de VPH, pero negativas en el Pap, tienen que volver a realizarse un test de VPH a los dieciocho meses.
Ante esta situación, Arrossi y su equipo de investigadoras venían trabajando en el Proyecto de Aplicación de Tecnologías de la Comunicación y la Información (ATICA) –un proyecto internacional junto a colegas de la Universidad de Harvard, de la Deakin University de Australia y el Instituto Nacional del Cáncer y el Ministerio de Salud de la provincia de Jujuy- para producir evidencia científica acerca de la incorporación de la telefonía celular en la comunicación con los proveedores y destinatarios de los servicios de salud. “Como muchas veces el sistema de salud, por problemas ligados a su organización, no volvía a contactarlas, pensamos que el celular podía ser una vía”, señala Arrossi.
Dentro de ese proyecto, durante 2018 les enviaron mensajes de texto a una muestra de tres mil mujeres de áreas remotas de Jujuy que habían tenido positivo en el text de VPH, y las compararon con otras tres mil mujeres a las que no les enviaron SMS. Comprobaron que las mujeres que recibieron el mensaje de texto con el recordatorio de que los resultados de su test ya estaban disponibles se vieron incentivadas a concurrir al centro de salud para realizarse un Pap, frente a las que no recibieron el mensaje. “Vimos que los teléfonos tienen hoy una penetración muy grande en Argentina, más aún en zonas vulnerables, donde cumple el antiguo rol del teléfono fijo: suele haber un teléfono por familia”, agrega Arrossi.
Ahora, la App que desarrollará junto a un equipo de científicas gracias al subsidio Internacional para la Innovación Tecnológica en Salud 2020 de la prestigiosa Conquer Cancer –una organización referente mundial en la materia y que por primera vez da como ganadora a una propuesta argentina- es un paso más en la prevención. En esta primera etapa, que se desarrollará en conjunto con invstigadores de la Universidad de Harvard y del Instituto Nacional del Cáncer diseñarán la arquitectura de la información que contendrá la APP, integrando en el diseño la perspectiva de mujeres que son usuarias del sistema de salud del municipio de Ituzaingó, haciéndolas partícipes y sondeando cuáles son sus necesidades.
“El VPH tiene una prensa muy amarillista, por ser una enfermedad de transmisión sexual. Cuando sale positivo, se suele armar un cóctel bastante explosivo para las mujeres, que se angustian, se estresan, no saben qué les pasa ni cómo continuar, suelen asociar el VPH con la infidelidad, por ejemplo, y a desconfiar de su pareja –señala Arrossi-. Cuando el miedo y la angustia es muy grande, puede actuar como un efecto negador, y que termine afectando todo el proceso de diagnóstico y tratamiento. Y el médico no suele tener tiempo para preguntarle a la persona cómo está. El sistema de salud está muy preparado para dar respuesta a la persona que tiene un problema de salud concreto, pero cuando lo corrés de ese lugar y empezás a hablar de consejería, de poder generar un espacio dónde las mujeres puedan plantear dudas o inquietudes, se torna más difícil. Entonces esta App vendría a llenar ese vacío, de manera tal de proveer información basada en la evidencia y contribuir a disminuir el impacto psicosocial de la infección del VPH”.
Una vez cumplida esta primera etapa de organización arquitectónica de la App, el plan es trasladar la idea al entorno tecnológico trabajando con ingenieros y desarrrolladores de software. ¿Si tomaron algún modelo de App para idear la suya? “En el mundo hay alrededor de 300 mil Apps de salud, pero no existe una aplicación específica para proveer consejería a mujeres testeadas con VPH”, asegura Arrossi. “Nuestra idea es que, una vez que esté lista en alrededor de dos años, se pueda escalar a nivel nacional, y también en otras partes del mundo”.