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Jueves, 04 Agosto 2022

DIVULGACIÓN CIENTÍFICA. “Crear algo de la nada”: Ariel Sarotti y Alejandro Olivieri cuentan su experiencia en el sistema científico argentino.

Foto de izquierda a derecha: Guillermo Labadié, Ariel Sarotti, Alejandro Olivieri, Sandra Fernández, Sandra Signorella Foto de izquierda a derecha: Guillermo Labadié, Ariel Sarotti, Alejandro Olivieri, Sandra Fernández, Sandra Signorella

Son investigadores del Instituto de Química Rosario -IQUIR- del Centro  Científico Tecnológico CONICET Rosario. En la última entrega, fueron reconocidos con el premio Houssay y Houssay Trayectoria respectivamente.

Los doctores Ariel Sarotti y Alejandro Olivieri recibieron este año el premio Houssay y Houssay Trayectoria. El reconocimiento fue entregado por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el Salón Blanco de Casa Rosada, donde también estuvo presente el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación Argentina, Daniel Filmus, y la presidenta del CONICET, Ana Franchi.

Esta distinción se destina a aquellas personas sobresalientes del sistema científico nacional por la producción de nuevos conocimientos, la formación de recursos humanos, el desarrollo de innovaciones de impacto social y productivo, entre otros puntos relevantes. En este marco, aprovechamos la oportunidad para conversar con los científicos acerca de su experiencia en la investigación argentina.

Respecto de lo que significa para él este premio, Sarotti expresa: “Es un reconocimiento gratificante al esfuerzo, a las horas que uno ha dedicado, pero también se premia a todo el grupo de trabajo. Reconoce así a los integrantes de su equipo como grandes artífices de este logro. Y ahondó: “a nivel personal, es un honor porque la postulación la realizó el instituto, y hay gente muy capaz dentro del IQUIR”.

Al respecto, Olivieri agrega que lo gratificante de este tipo de premios y, en general, de los premios que da la comunidad científica, es el reconocimiento de los pares: “Son nuestros mismos pares los que, de alguna manera, reconocen nuestro trabajo”. Y agrega que, como dice Sarotti, no se trata del trabajo personal, sino el de un grupo entero y, en todo caso, el de un líder de ese grupo.


Ser científico o científica en Argentina

El Dr. Olivieri recordó las palabras del ministro Filmus el día de la entrega de premios: “hay dos tipos de científicos, los normales y los argentinos”. Sonriendo un poco, aunque ya en un tono de mayor seriedad, aclara que hace alusión a las dificultades en las que normalmente se trabaja. Entonces, un premio también es un reconocimiento a ese hecho.

Olivieri, que ha participado en otras instancias de evaluación de premios, comenta que cuando se pregunta qué hizo esta persona en su vida, la cuestión va más allá de los papers presentados. Porque, cuando se pregunta eso, dice: “la respuesta que uno espera es: y… creó algo de la nada”. Esto es, fue a un lugar donde no había recursos, donde no había equipamiento, y ahora hay un laboratorio con personas, investigadores, becarios, equipamiento. Esa es la obra en gran parte de una persona. Entonces, dice Olivieri: “ahí va el reconocimiento, en haber hecho algo que antes no existía”.

Los científicos acuerdan que en el instituto se hace investigación de calidad, y se podría hacer mucho más si hubiese una mejor financiación, desde donde se valoran mucho más los logros por las condiciones en las que se trabaja.

Líneas de investigación

Al hablar sobre el tipo de investigación a la que él y su equipo se dedican, el Dr. Sarotti explica que si tuviera que clasificarla estaría más en la Química Básica -aunque prefiere no hablar de Básica y Aplicada porque considera que está todo interrelacionado- , o sea que difícilmente impacte directamente en un ciudadano de a pie. Pero sí enfatiza que, a partir de esa base, permite el desarrollo de otras cosas.

Fundamentalmente desarrollan tres líneas de trabajo, independientes entre sí:
Una de ellas es obtener compuestos con actividad potencialmente bioactivaos a partir de recursos de biomasa, renovables, a través de procesos químicos simples y eficientes. Puntualmente, explica, “ahora estamos trabajando con compuestos anticancerígenos y contra tuberculosis. Con una colaboración acá, en Rosario”. Esa es una de las líneas, sintetiza.

Otra se llama Diseño Racional de Catalizadores. Los catalizadores son sustancias químicas que se agregan en cantidades muy pequeñas y aceleran la velocidad de reacciones. Nos explica que son muy importantes en todos los ámbitos científicos, desde la química de laboratorio hasta a nivel industrial. “Todas las reacciones químicas de importancia o la gran mayoría están catalizadas”, asevera, y añade que el proceso de encontrar un catalizador óptimo para una reacción suele ser complejo y bastante arduo. En relación a ello, lo que Sarotti y su equipo hacen es estudiar modelos computacionales basados en Mecánica Quántica, que les permitan predecir computacionalmente de antemano cuál va a ser un catalizador óptimo para una determinada reacción.

Y, en la tercera línea de investigación, desarrollan Métodos de Elucidación Estructural, o sea, métodos para determinar cuál es la estructura tridimensional de una molécula orgánica porque allí es donde se esconden sus secretos químicos y principalmente sus secretos biológicos. Sarotti y su equipo trabajan en desarrollar técnicas para determinar dicha estructura, y menciona que si bien es una de las tantas instancias durante el descubrimiento de una droga o de una molécula, es una etapa muy importante.

Química computacional, machine learning, aprendizaje de máquinas
Sarotti nos cuenta que llegó a estas aguas del conocimiento porque su formación es la de químico orgánico experimental. Y que, además, le gusta trabajar interdisciplinariamente. En este contexto, se interesó por la Química Computacional y, en algún momento, por la veta más matemática, la Inteligencia Artificial. Machine Learning tiene mucho de matemática, de programación, explica. Asimismo, nos cuenta que la Inteligencia Artificial está dominando la ciencia actual y que en un futuro próximo va a ser una herramienta indiscutida para cualquier cosa.

Sarotti y su grupo desarrollan modelos matemáticos, algoritmos y procedimientos que permiten hacer una determinada tarea como puede ser optimizar algo y encontrar la mejor solución para un determinado problema puntual en estudio. Desarrollan modelos matemáticos con ayuda de computadoras. La idea es que en algún momento el algoritmo tenga la capacidad de encontrar solo, entre comillas, la solución. Eso es lo que nosotros hemos estado haciendo últimamente, comenta el científico.

De 0 a 100, cuán verde es tu método: aplicaciones actuales de la Química Analítica

Interviene el Dr. Olivieri y dice que, a su entender, es un poco ambicioso llamarle inteligencia artificial, él prefiere Quimiometría. Y ahonda que, dentro de la Química Analítica, hay una tendencia a abandonar estas denominaciones románticas, tipo “Inteligencia Artificial”, “Aprendizaje de máquinas”, “Aprendizaje profundo”, “Redes neuronales”, etc. Al respecto precisa que son modelos matemáticos, algoritmos. Y que es una interpretación subjetiva pensar que ese programa se autoprogramó, que se autocorrigió o que aprendió, entre comillas.
Se usa mucho la palabra learning, detalla. Pero también aclara que en Química Analítica se usa mucho la palabra calibración. Y el learning de hoy, es la calibración de antes, explica Olivieri. Es como revestirlo todo de un aura… se ríe. Es mucho más romántico llamarle inteligencia artificial antes que Quimiometría.

Alejandro Olivieri es parte de la historia de la Quimiometría en Argentina, ya que fue una de las primeras personas en investigar sobre ello. Desde ese lugar, compara la historia de la Quimiometría de Brasil con la Argentina. Y destaca la previsión brasilera, puesto que ellos en un momento se dieron cuenta que había que estudiar esta materia y enviaron a dos personas recién doctoradas a capacitarse a los grupos más poderosos del mundo, uno estaba en EEUU y otro en Bélgica. Y hoy Brasil es una potencia en esa materia. En tanto en Argentina, cuenta: “Veinte años después que ellos, yo estaba trabajando en cosas de Química Analítica más experimentales y vino un becario de Santa Fe con un programa FOMEC -que no sé si sigue existiendo ahora-, y ahí empezamos a trabajar en este tema. O sea, absolutamente caótico y aleatorio”. Ese es el inicio de la Quimiometría en Argentina, en 1998.

Dicha disciplina, según Olivieri, es el nombre no romántico del aprendizaje de máquinas. Hay otras “metrías”, detalla. Está la Biometría, la Psicometría, es decir, toda una serie de ciencias que aplican conocimientos matemáticos y estadísticos a Biología, Química, Psiquiatría. Inicialmente era una técnica matemática para interpretar datos numéricos duros de pacientes con problemas mentales. Entonces comparaban lo que hacían personas entre comillas normales, y pacientes con problemas de salud mental. Le daban test o formularios para llenar y había que analizar todo ese cúmulo de datos.
La Quimiometría es la aplicación de todas estas herramientas de modelos matemáticos a problemas químicos en general. En mi caso particular, aclara Olivieri, Química Analítica. Desarrollan metodologías para determinar compuestos como pueden ser contaminantes ambientales en agua, en alimentos, y en efluentes industriales. Asimismo, determinan aditivos u otros tipos de compuestos que se usan en alimentos pero que no deben estar. Todo es parte de la Quimiometría Analítica, enfatiza Olivieri.

Igualmente, otro de los usos prácticos es el control de los efluentes que las industrias sueltan a un lago, a un río o a un mar. Desde el punto de vista de la intervención de la Química Analítica, también hay una tendencia mundial a que los procesos sean verdes o sustentables porque las industrias también tienen que cumplir con normas internacionales como las ISO, y siempre la tendencia es a reducir los residuos, bajar el costo energético, en lo posible no usar reactivos porque su uso genera residuos tóxicos. Entonces la Química Analítica Verde es una tendencia mundial.

Todo surge en algún momento de una idea…

Esta premisa es también lo que vincula a ambos científicos o, posiblemente, que los dos son investigadores del Instituto de Química Rosario, o que han ganado un Premio Houssay o, tal vez, que han desarrollado una idea que, de manera azarosa o no, dio origen a una línea de investigación que no existía en el país.

Alejandro Olivieri fue una de las primeras personas en hacer Química Computacional en Rosario. Ese trabajo seminal de ese momento, quedó en el IQUIR y después otros investigadores comenzaron a aplicarlo. Esas ideas no aparecen fortuitamente, sino que se nutren y son resultado de un recorrido. Es este sentido, Alejandro Olivieri, se doctoró en Síntesis Orgánica, se especializó en Resonancia Magnética Nuclear, en un área que estaba poco desarrollada en el país y posteriormente, lo desplegado antes acerca de Química Analítica.

Ariel Sarotti también comenzó una línea no desarrollada en el país. Él y su equipo trabajan en Organocatálisis, que es con catálisis de compuestos orgánicos, - es decir, no tienen metales en su estructura- . Al respecto, es válido resaltar que una de sus becarias, fue parte del equipo de Benjamin List, uno de los dos científicos ganadores del último premio Nobel justamente por Organocatálisis. Y ello, a la hora de evaluar las condiciones para otorgar un premio Houssay, por ejemplo, suma al perfil completo de alguien que merece ser reconocido con un premio porque creó un laboratorio, desarrolló una línea de trabajo exitosa, publicó y formó personas.

Finalmente, Ambos científicos relacionan el hecho de haber sido reconocidos con el Houssay y el Houssay Trayectoria, con que otros investigadores hayan ganado premios a la mejor tesis, o reconocimientos individuales o grupales, y subrayan que eso habla del posicionamiento del IQUIR CONICET-UNR en el país, siendo que en Argentina hay institutos de química muy grandes y muy fuertes, sin embargo los investigadores de IQUIR son destacados en reiteradas oportunidades.

 

Por: Andrea G. Guereta

 

Repositorio institucional CONICET digital

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