Para comprender los hechos actuales, la investigadora que trabaja en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UNR), los contextualizó en la situación política económica mundial. “Luego de la guerra fría, cuando finaliza el conflicto entre las dos súper potencias – entre el bloque occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y el oriental-comunista con la Unión Soviética a la cabeza- Estados Unidos se posiciona en la década del ´90 como potencia vencedora dominante, que necesita consolidarse y constituir un enemigo externo como parte de su propia subsistencia. Para entonces, triunfa el modelo de economía de libre mercado y la democracia como forma de gobierno y se expande el proceso de globalización, que los franceses llaman “mundialización”. Yo lo llamo “occidentalización”, en el sentido de que los valores occidentales y el American Way of life, de la mano de la economía capitalista y consumidora, se expanden por sobre la faz de la tierra, con el pensamiento único del neoliberalismo, que casi todos apoyaron, aunque ahora critican”.
La doctora continuó explicando que en el siglo XXI aparecieron alternativas que cuestionaron ese orden unilateral. “Empieza a hablarse de “multipolarismos” donde están por un lado, la clásica tríada: Estados Unidos, la Unión Europea y Japón y por otro lado un grupo de economías emergentes, lideradas por China, India, Rusia y otras potencias medias a nivel de los llamados “Estados del Sur”, como Brasil, Sudáfrica, Turquía, entre otras. Las dos grandes economías emergentes que son China e India, con aproximadamente 1.300 millones de habitantes cada una, se han convertido en un motor de crecimiento y en una maquinaria de consumir materias primas que importan del resto de los países del mundo, que a su vez son receptores de sus manufacturas. Asimismo, la segunda década muestra también un mundo muy convulsionado, con crisis económico-financieras y el avance del terrorismo internacional” explica la investigadora.
En este contexto marcado por el interés de ciertos países de controlar las materias primas, el tema del petróleo es un factor no menor para el crecimiento y el proceso de industrialización de los países centrales desarrollados y de los que están en ascenso. “En este sentido el Golfo Pérsico siempre ha sido una de las áreas más álgidas, más calientes, de la geo-economía global. En relación a esta historia de conflictos en la región, entre los más recientes cabe destacar: la Primera Guerra del Golfo entre Iraq e Irán entre 1980 y 1988, donde murió una cantidad inmensa de personas absurdamente, y donde además Washington promovió y alentó el conflicto, directa o indirectamente, con la venta de armas a ambos países” señala la investigadora.
“Estados Unidos estuvo siempre presente en el Medio Oriente, interviniendo según sus intereses, en estos estados islámicos, que tienen estructuras autoritarias, y muchas subdivisiones en su interior, tanto étnicas como religiosas. A ello se suman hoy los problemas en el Asia Central, resultado del obligado retiro de Rusia y el resurgimiento de todos los llamados “tanes”, como Uzbekistán, Tayikistán, Kazakstán, etc.: “Tan” quiere decir “patria de” entonces es patria de los Uzbekos, tayikos, kazakos… Cuando en 1922 Stalin reorganizó la región bajo su área de influencia, mezcló varias etnias dentro de estos estados, para poder controlarlos. Entonces, por ejemplo, en Uzbekistán también hay kazakos, turcomanos y otros grupos de la región. Estas situaciones son germen de conflictos, bombas de tiempo que se van dejando en el camino” explica Lechini.
“Por su parte y si bien es un importantísimo aliado de Estados Unidos, Arabia Saudita también ha promovido, alimentado o financiado movimientos islamistas fundamentalistas, tales como la Hermandad Musulmana,” señala Lechini y añade que a esa realidad hay que sumarle hechos que contribuyeron a fogonear las hipótesis de conflicto: la invasión norteamericana en Afganistán (2001); la posterior intervención en Irak en 2003, que derrotó y licuó a Sadam Hussein; los incidentes de la Primavera Árabe, con consecuencias para los estados del norte de África. Estas revueltas (2010-2013) que manifestaban la insatisfacción de la juventud y de la población frente a la falta de resolución histórica de una serie de problemas económicos y políticos en los países de la región y a la división entre los más ricos y los más pobres, fueron aprovechadas por los fundamentalistas que lo convirtieron en una cuestión de fe.
“El caso más patético y que dejó como resultado un estado fallido, desmembrado y cuasi inexistente fue Libia, con la destitución y muerte de Muamar el Gaddafi, quien luego de ser “absuelto” por occidente previo pago por los atentados de Lockerbie (1988) contribuyó al financiamiento de la Campaña política de Sarkozy. Sin embargo este mismo gobernante no dudó en invadir Libia y contribuir a su desarticulación para beneficio de los intereses petroleros franceses” acentuó la doctora Lechini.
Violencia acá y allá
“Con los atentados en París se quiere demostrar que no hay un lugar seguro en ninguna parte del mundo” indica la doctora Lechini y agrega “El terrorismo y la violencia bajo cualquier forma no son justificables, al contrario, son criticables y condenables, sin embargo, es verdad que cuando aprieta el zapato de los europeos duele más que cuando aprieta el zapato de los habitantes de Medio Oriente. El día anterior a los atentados en Paris, el ISIS atacó en Beirut, y murieron 44 personas, y esa noticia no afectó a nadie, en tanto luego de Paris, el mundo entero se solidarizaba con Francia”.
Con respecto al bombardeo de parte de Rusia y Francia al Estado Islámico, la doctora Lechini señala “Ese bombardeo afecta directamente a las poblaciones que les tocó vivir ahí, sin embargo se suele decir que esas víctimas forman parte del daño colateral, como lo han sido en Siria, Palestina, Sudán, entre otros. Yo no estoy a favor del terrorismo, pero la humanidad somos todos los seres que estamos viviendo en este planeta. No hay que culpar a las poblaciones europeas ni a las del oriente medio, pues todas son inocentes. La humanidad forma parte de un juego de ajedrez donde determinadas personas, dirigentes, empresarios, el mundo financieros, elites, establecen las reglas de juego en función de sus intereses privados y provocan con ello y por su egoísmo y falta de conciencia humanitaria resultados no queridos como fue “Sendero luminoso” de Perú o Al Qaeda, como actualmente es ISIS, Boko Haram en Nigeria, que buscan poder y petróleo. No justifico de ninguna manera los atentados del ISIS, creo de todos modos que se está usando la religión como excusa, pero los objetivos reales son económicos, ISIS está controlado áreas petrolíferas muy importantes, y ese petróleo se vende ilegalmente a los mismos países afectados por el terrorismo y se compran armas con ese dinero, y hay alguien que está fomentando ese mercado”.
“El mundo está bastante enfermo, habrá que ver cómo desde la no-violencia o desde un punto de vista diferente se puede resolver este rompecabezas y comenzar a mirar desde otro lugar lo que está pasando. Occidente y la forma que ha tenido de explotar a los pueblos periféricos tiene una parte importante de responsabilidad en esta situación, aunque no quiera verlo.” concluye la investigadora.
Por: Ana Paradiso - CONICET Rosario