*Por Oscar Bottasso
–Noche enredada, lo vi acercarse y de repente se alejó. Pensé que se había arrepentido, pero acá está. ¿Qué le anda pasando?
–Cosa de viejos, mi estimado.
–Sigo sin entender.
–Ocurre que vine al concierto directamente del trabajo por lo que traía conmigo un pequeño maletín con unos documentos. Cuando estaba aproximándome recordé que lo había dejado debajo de la butaca y salí disparado a recuperarlo.
–¿Y por qué le achaca esas cosas al envejecimiento?
–Es que estos deslices no formaban parte de mis fallos.
–Quizás el concierto puso su granito de arena.
–¿Uhm?
–Desde el escenario uno percibía esa sensación de que las piezas habían calado muy hondo en el público…
(…)
–La música se introduce sin pedir permiso en lo más recóndito de nuestro ser, impactando sobre las ideas, y quizás propósitos y decisiones. Hasta podría decirse que puede operar ingeniosamente sobre el estado de ánimo.
–¿Le parece que es tan así?
–Le añado un dato. El verbo oír proviene del latín audire que a su vez procede de oboedire y no es otra cosa que obedecer. Il sonare tiene soberanía, mi estimado.
–Desde la época del Barroco se viene sosteniendo que los tiempos rápidos están asociados con la alegría, aunque también pueden representar ira o miedo.
La música se introduce sin pedir permiso en lo más recóndito de nuestro ser, impactando sobre las ideas, y quizás propósitos y decisiones
(…)
–La música de este bohemio (Mahler) es capaz de provocar una amplia gama de emociones, euforia, relajación, alegría, tristeza, e incluso combinaciones entre ellas. Me atrevería a decir que muchas personas recurren a su música para experimentar sensaciones muy placenteras… sin necesidad de alcohol.
–Se me hace que este arte ha de ser esencial en la vida de las personas.
–No le quepan dudas. Hay ejemplos que a uno lo dejan boquiabierto.
–¡Cuente, cuente!
–Se de cirujanos que la utilizan para mejorar su concentración.
–Acá se cuenta que los ejércitos también la han empleado para coordinar y fomentar sus acciones.
–Así es, y algunas personas recurren a ella para perfeccionar la atención y la vigilancia. Es más, también se sabe de atletas que logran una mayor resistencia gracias a la música.
–En este orden de cosas, se me ocurre que sus colegas también la deben haber utilizado con los enfermos.
–La idea de la música como medicina tiene raíces que se hunden en la historia del hombre, por ejemplo los rituales de curación practicados en tantísimas épocas y culturas.
–Ya me parecía.
–En nuestros días la música sigue siendo utilizada para promover la salud y el bienestar, como así también para el tratamiento del dolor, relajación, y en cuestiones más singulares, hasta la psicoterapia.
La idea de la música como medicina tiene raíces que se hunden en la historia del hombre
(…)
– Permítame decirle que se han efectuado varios experimentos científicos donde las personas fueron expuestas a distintos tipos de música para determinar sus efectos.
–¿Y qué vieron?
–Pudo comprobarse que las influencias musicales se dan a través de cambios neuroquímicos que repercuten sobre distintos aspectos.
–A esa palabrita no la tengo.
–Serían como una gran familia de sustancias que tenemos en el cerebro y son utilizadas como elementos de comunicación entre las distintas partes del órgano.
–Así está mejor y a cuáles cuestiones se refería cuando lo interrumpí.
–Por un lado, la motivación y el placer.
–Tiene que ver con lo que veníamos charlando.
–Exacto, pero además se suma el estrés y la excitación.
*Investigador Principal del CONICET, Director del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario (IDICER, CONICET/UNR). La nota fue publicada originalmente en la Revista Médica de Rosario.