La laguna La Picasa forma parte de una cuenca endorreica situada al sur de la provincia de Santa Fe, en una zona de llanura que también comprende territorios provinciales de Buenos Aires y Córdoba. Actualmente la laguna se encuentra desbordada, el agua ganó terreno y ocupa unas 40.000 hectáreas. Como consecuencia de esta situación, la Ruta Nacional Nº7 constantemente se encuentra interrumpida, gran cantidad de parcelas del sector socioproductivo están anegadas y los pueblos linderos corren peligro de quedar bajo el agua, como la localidad de Aarón Castellanos.
“Hacen falta obras que puedan solucionar el problema, porque las que se hicieron hasta el momento, los trabajos de bombeo que se aplicaron en la zona, fueron sólo paliativos” destaca la investigadora independiente del CONICET Cristina Pacino, directora del grupo que integran Ayelén Pereira, investigadora asistente del CONICET y la becaria posdoctoral Cecilia Cornero, quienes se desempeñan en el Área de Geodinámica y Geofísica de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, de la Universidad Nacional de Rosario.
La responsabilidad de la acción humana
“El terreno de la zona de La Picasa es muy llano, tiene pocos gradientes, por eso el agua no tiene energía suficiente para desaguar. Un incremento de agua en unos centímetros es muy peligroso para todo el sector” advierte Cornero con respecto a las características del lugar.
Ayelén Pereira, quien comenzó a estudiar la Cuenca del Plata hace más de diez años, indica: “La laguna pertenece a una cuenca endorreica, cerrada, por lo tanto no tiene una salida de agua directa, la única manera de disminuir la cantidad de agua es por infiltración o por evapotranspiración, el problema es que por las prácticas agrícolas, la no rotación de cultivos, la tala de los pocos montes que quedan, el suelo está muy saturado, las napas freáticas están muy altas, y la masa de agua no drena como debería hacerlo y si a eso le sumamos los desagües de los canales clandestinos, hay mucha cantidad de agua que no tiene como salir”.
Contar con GRACE y otras herramientas
“A partir de los datos aportados por el Ministerio de Asuntos Hídricos de la Provincia de Santa Fe, obtuvimos las mediciones in situ de la altura del nivel de agua en la laguna. Combinando dicha información con las medidas desde el espacio pudimos monitorear el almacenamiento de agua en dicha región desde el 2002 a la actualidad” cuenta Cornero, haciendo referencia al uso de la herramienta de la campaña satelital GRACE (Gravity Recovery And Climate Experiment), una misión conjunta de la NASA y la Agencia Espacial Alemana, mediante la cual el grupo obtiene información sobre los cambios del campo gravitatorio terrestre de las cuencas hidrográficas, que asocian a las variaciones de masa de agua agua superficial, humedad del suelo y agua subterránea.
Gracias a esta misión, las científicas pueden ver no solamente cómo cambia el agua superficial, sino también cómo se modifica toda una columna de masa de agua que además incluye humedad del suelo y agua subterránea. Con respecto a esta última, Pereira destaca “Sabiendo que el suelo está saturado, podemos concluir que el agua no va a infiltrar, entonces se tiene que buscar otra manera de desagotar”.
Con respecto a la columna de agua, que las científicas llaman “almacenamiento total de agua”, Cornero cuenta que a partir de sus observaciones pudieron comprobar que en el año 2001 empezó a descender el almacenamiento, a partir de las obras de bombeo principalmente. Después hubo algunos períodos de disminución, pero a partir del 2009 la tendencia comenzó a resultar positiva, y el incremento máximo, es decir el pico de altura, se dio a principios del 2017.
“A esto se le suma que desde 2014 y hasta el 2016 hubo una anomalía positiva de precipitaciones, asociado a un evento prolongado del fenómeno “El Niño” con valores muy superiores a los normales, hubo mucha lluvia durante mucho tiempo que se fue acumulando, y la situación empeoró porque el agua subterránea venía almacenándose y el suelo no tenía más capacidad de infiltración” explica Pereira. A partir del registro del Servicio Meteorológico Nacional, en el período de abril de 2016 a marzo de 2017, se registraron precipitaciones en la zona que llegaron a los 1.400 milímetros.
El grupo dispone de los datos satelitales que se alojan en la página de la NASA desde el año 2002. “Lo que ofrece la misión son datos de coeficientes de gravedad, después hay que transformarlos en variaciones de masa de agua, para lo cual hace falta cierto manejo de los datos. Chequeamos y validamos la información que nos da el satélite, con la información de tierra y vemos que los resultados tienen coherencia” concluye Pacino, y subraya que las soluciones vendrán cuando se pongan de acuerdo entre las tres provincias involucradas, y cuando las personas que viven en los pueblos linderos y los productores, comprendan que las napas están saturadas, y que no se puede continuar con las prácticas individuales de desagüe y con el monocultivo, que perjudican cada vez más la región.
Por Ana Paradiso
CONICET Rosario