Cuando los productos se exportan, su calidad es evaluada en el país receptor y si no cumple con los requerimientos necesarios son rechazados. Ante esta situación, un grupo de investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Rosario implementó en Basso -una empresa que fabrica válvulas para motores de vehículos de la localidad de Rafaela- una serie de herramientas de alta sofisticación, para encontrar defectos en los productos y a partir de allí, poder ajustar la calidad a los requerimientos del mercado.
Martina Ávalos, investigadora del CONICET y directora del Laboratorio de Microscopía Electrónica de Barrido del Centro Científico Tecnológico Rosario, junto a su equipo conformado por el investigador Raúl Bolmaro y el personal de apoyo Pablo Risso y Vanina Tartalini, iniciaron hace un año un proyecto de trabajo con la empresa Basso S.A. Fue posible a partir de fondos que otorga la línea de financiamiento "Investigación aplicada en Pymes" que otorga la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación (ASaCTeI), cuyo objetivo es fortalecer las capacidades competitivas de las empresas de la provincia de Santa Fe, a través del incentivo para la realización de proyectos de mejora productiva, desarrollo e innovación tecnológica.
“El actual contexto socioeconómico presenta diversas necesidades que surgen en las pequeñas y medianas empresas (Pymes), que tienen como propósito proyectarse al mundo para poder competir. Entonces vimos la oportunidad de bridarles apoyo científico y tecnológico mediante el empleo de técnicas que en el exterior son de uso corriente, para evaluar la calidad de los productos de las empresas. Esto todavía no es así en nuestro país y menos en el ámbito de las Pymes”, señaló Ávalos.
El trabajo fue realizado en Basso, una empresa de capitales nacionales especializada en la fabricación de válvulas para motores de vehículos standard, motocicletas, equipo pesado, maquinaria agrícola, de competición y de alta performance. Fundada en 1963 en la ciudad de Rafaela, emplea a 550 colaboradores y exporta el 82% de su producción a 33 países en los cinco continentes. En el mercado de equipo original, sus productos llegan a terminales automotrices como Harley Davidson, Ferrari, John Deere, Peugeot-Citroën, Kawasaki y Polaris, entre otras.
Por los excelentes resultados obtenidos y el vínculo que se generó a partir de la experiencia desarrollada, la empresa está interesada en realizar un segundo trabajo de colaboración con el grupo del CONICET Rosario. “La interacción con Basso fue positiva en muchos sentidos, uno de ellos es que nos permitió aprender sobre mejorar la calidad y la competitividad de los productos que ya existen a partir del uso de herramientas sofisticadas”, indicó Ávalos.
Tecnología aplicada a la empresa
Las actividades que desarrollaron el grupo de científicos consistieron en la implementación de microscopía electrónica de barrido y análisis de composición a través de espectrometría por dispersión de energía, ambas técnicas convencionales y conocidas en el ámbito de la ingeniería. Además, aplicaron una nueva herramienta que también fue incorporada al microscopio electrónico de barrido, denominada Electron Backscatter Diffraction (EBSD) o difracción por electrones retrodifundidos. Al respecto de esta tecnología, Ávalos destacó que “en Argentina no hay antecedentes en la aplicación de esta técnica para el estudio de válvulas y su utilidad radica en que permite obtener información específica, como por ejemplo, a partir de la microscopía de orientación es posible conocer la microtextura del material. Es una técnica que requiere ciertos conocimientos que, salvo que sea una gran empresa, no tiene sentido que se incorpore, por la alta la inversión y formación en recursos humanos que requiere”.
Abre puertas
“Estamos acostumbrados a ver las cosas desde el lado del científico, y desde allí organizar un plan de trabajo con ciertas técnicas y determinados objetivos. Pero la investigación en el ámbito privado tiene otras características que para nosotros eran desconocidas. Por eso, fue muy fructífero el trabajo no sólo porque se cumplieron con los objetivos sino porque nos permitió conocer las necesidades de la empresa y adaptarnos a trabajar en el ámbito de la investigación pero con otro perfil, otros tipos de respuestas y de objetivos”, señaló la investigadora.
“Generar un espacio de colaboración entre el sistema científico y el sector metalmecánico es una posibilidad muy interesante que no tiene demasiados antecedentes en la provincia de Santa Fe, es un camino que vale la pena explorar”, destacó Ávalos y en este sentido, refiriéndose a la importancia de las actividades que organiza el Área de Vinculación Tecnológica del CONICET Rosario, como por ejemplo los Encuentros Tecnológicos, que son espacios para propiciar colaboraciones, abrirse al diálogo y conocer cuáles son las problemáticas por las que pasan las pymes y reflexionar sobre las posibilidades que tiene para ofrecerles el sistema científico.
“Todo gran desarrollo tecnológico generalmente comienza con una simple colaboración o a partir de la necesidad de resolver un pequeño problema”, concluyó Ávalos y explicó que la posibilidad de detectar los necesidades que atraviesan a las pymes les permite encontrar situaciones no resueltas desde el ámbito científico, entonces no sólo este vínculo es importante desde la posibilidad de colaborar con una empresa sino también porque abre la posibilidad luego, a la hora de pensar sus propios proyectos de investigación, de incorporar problemáticas concretas.
Por Ana Paradiso
CONICET Rosario